EL EMPERADOR, ESTÁ EN DIFICULTADES
- Rodrigo Rangles Lara

- 1 feb
- 6 Min. de lectura

Ni bien ganó ese sui géneris proceso eleccionario de duopolio partidario, El Emperador, amenazó aplicar severas medidas económicas y políticas, conducentes a retomar el dominio sobre oponentes como China y Rusia que, en el plano económico y militar, respectivamente, han puesto en peligro la hegemonía norteamericana ejercida, a sangre y fuego, en el planeta.
Las amenazas del arrogante Emperador, Donald Trump y sus apetitos expansionistas quedaron muy claros en el discurso de ascenso al poder cuando develó, en el tono autoritario propio de quien cree estar sobre el bien y el mal, su decisión de apoderarse de Groenlandia, retomar el control sobre el canal de Panamá, convertir a Canadá en otro de los estados de la Unión Americana, declarar terroristas a narcotraficantes y, por supuesto, iniciar una masiva deportación de “delincuentes” residentes en Estados Unidos.
En el iluso empeño de volver a controlar la economía mundial, usando el dólar como única moneda de cambio, amenazó a China, a los socios de los BRICs y sus nuevos miembros (Bielorusia, Bolivia, Kazajistán, Cuba, Malasia, Tailandia, Uganda, Uzbekistán y Nigeria, recién admitida el 17 de enero de este 2025), con aplicar aranceles de hasta el cien por ciento en las transacciones comerciales, sin entender que ese nuevo bloque económico, en franco crecimiento, nació precisamente para contrarrestar los abusos del imperio y terminar con el injusto modelo neoliberal aplicado desde occidente, con Estados Unidos a la cabeza.
Lo cierto es que las pretensiones del arrogante monarca norteamericano comienzan a tambalear debido a que, varias de ellas, fueron meros enunciados vacíos como aquel de que, en 24 horas, después de ceñirse la corona, pondrá fin a la guerra en Ucrania, sin tomar en cuenta los intereses de sus socios europeos y los mandos de la OTAN.
Aun cuando parezca inverosímil, la Organización del Atlántico Norte (OTAN) decidió “declarar la guerra” al Emperador luego de que anunció retirar el apoyo a la organización y, paralelamente, amenazó reestructurar los compromisos militares en Europa, lo cual devendría en aumento de los presupuestos militares para los países miembros, en momento que sufren una crisis económica y energética producto del modelo neoliberal, la sangría financiera en el suicida apoyo bélico a Ucrania y el incremento incontrolable de los precios del gas y petróleo, impuestos por su “socio” norteamericano.
A eso sumemos que, Alemania y Francia, se pronunciaron contra cualquier posible invasión a Groenlandia, respaldando la posición de Dinamarca, cuyo gobierno rechazó, tajantemente, cualquier posibilidad de perder la soberanía sobre la isla, rica en petróleo, cobre, níquel, cobalto; amén de haberse convertido en un punto estratégico geopolítico a causa de las nuevas facilidades del tránsito marítimo, en el Ártico, gracias a los constantes deshielos producto del cambio climático.
En ese contexto, no es descabellada la interpretación de varios analistas políticos y reconocidos periodistas de medios alternativos del viejo continente, en el sentido de que algunos miembros de la Comunidad Europea, con España a la cabeza, se encuentran considerando su incorporación a los BRICs, lo cual supondría un golpe mortal a los intereses de Estados Unidos.
La relación de Washington con los estados limítrofes es tensa, enojosa y conflictiva. En Canadá se levantaron fuertes reclamos, en defensa de la soberanía, al conocer de una entrevista realizada, a pedido del Primer Ministro Justin Trudeau, en la que Trump le advirtió que “no aplicaría los aranceles a sus productos si convierte a su país en otro Estado de la Unión”.
Indignado frente a un actitud débil y permisiva de Trudeau y el ultimátum del Emperador, el gobernador de Ontario, Doug Ford, conminó al republicano neoliberal a abandonar esa imposición y, de no hacerlo, le amenazó con cortar la energía eléctrica que le provee a New York y a otros estados de la Unión.
En México, por otro lado, se levantó el avispero al filtrarse un documento, según el cual, el flamante equipo gubernamental de Trump pretende dar el acostumbrado “Golpe Blando” y retomar el control de ese país, cumpliendo una la vieja ambición del “Estado Profundo”, ese macabro grupo secreto de multimillonarios, dueños del complejo industrial- militar, que sueña con apropiarse de la patria de Morelos.
Sosegada y tranquila, la presidente de México, Claudia Sheinbaum respondió que “México se encuentra preparada para todo lo que venga”, porque cuenta con el respaldo de su pueblo, para afirmar luego: “No solamente los soldados saldrán a pelear por su nación, sino también los ciudadanos estarán dispuestos a dar su vida por su país”.
Agradeció el respaldo ofrecido por el gobierno de Rusia en caso de una invasión militar estadounidense, acto catalogado por Vladimir Putín, como “el peor error que podría cometer el gobierno norteamericano”.
Los aranceles constituyen otro punto de tensión entre esos dos países. Al respecto Sheinbaum le hizo notar, al Emperador, que aplicarlos perjudicaría a los dos países y, particularmente, a empresas norteamericanas afincadas hace 80 años, en México. La postura de la mandataria, así como su plan de gobierno anti neoliberal, concitó el respaldo de empresarios que llamaron a la unidad de los mexicanos “frente a las amenazas que representa Trump”.
En este concierto de insubordinación se sumó el Presidente de Panamá, José Raúl Muriño, cercano a Washington, obligado por la reacción popular contra los apetitos del nuevo inquilino de la Casa Blanca, a quien desmintió, muy respetuosamente, cada una de las justificaciones expuestas para apropiarse abusivamente del canal.
Cuba no podía estar fuera de los objetivos del Emperador. No solamente reeditó la injusta e inmoral inclusión en la lista de países supuestamente patrocinadores del terrorismo, con el fin de ahondar las inhumanas dificultades económicas del eterno bloqueo; sino que, Trump, dispuso un despliegue de activos navales, en la frontera marítima de la isla, con el manido pretexto de controlar el tráfico de drogas y la migración desde Cuba y Haití.
Lo que realmente hay tras esas medidas, y otras nuevas y drásticas sanciones económicas preanunciadas por los flamantes administradores del imperio, es la desestabilización del régimen, para lo cual incrementarán la calumniosa guerra mediática contra el sistema socialista y sus dirigentes, provocando, además, las concebidas movilizaciones de agentes infiltrados o mercenarios cubanos.
Deberían pensar dos veces, los halcones aventureros, si entre sus planes está invadir la isla, en caso de fracasar sus estrategias “blandas”. Deben recordar lo que, algún momento, durante la crisis de los misiles, en el 61, les dijo Fidel: “Si nos atacan, será como que un elefante se ha tragado una granada”.
Otro punto de discordia tenemos cuando El Emperador materializó las primeras deportaciones de migrantes. El presidente colombiano, Gustavo Petro lideró la repulsa e indignación por lo que denominó “trato cruel e inhumano, atentatorio a los derechos humanos”, al verlos descender encadenados y esposados “como animales”.
Esa postura de dignidad, que escaló a medidas económicas y políticas de uno y otro lado, recibió el respaldo de México, Brasil, Honduras y otros países que decidieron convocar a una conferencia regional para analizar el problema, ante lo cual el imperio modificó su comportamiento y tras diálogos bilaterales acordaron realizar el proceso respetando los derechos de los migrantes.
Casa adentro, Trump también debió ceder en esa materia al suspender las deportaciones porque, le alertaron sobre una inminente derrota, debido a una ola de desacatos beligerantes de estados, como California o Texas, dispuestos a evitar la expulsión de sus migrantes, con el fin de garantizar la buena marcha de sus empresas y el desarrollo económico de sus regiones.
Esas innumerables posiciones contrapuestas de países afectados por los exabruptos del magnate, que devalúan su palabra y pone en entredicho la veracidad de sus planes y propuestas, contrastan con la servil genuflexión del presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, ante las decisiones de su Emperador, al fin y al cabo, es uno de los leales súbditos a quien debe obediencia y sumisión.
En ese contexto debemos comprender cuando Trump, dice: ”El Ecuador es un país maravilloso, con el que hemos firmado importantes acuerdos” y anuncia la suscripción de nuevos compromisos. ¿No es suficiente la base de Galápagos, la entrega de los pozos petroleros o la mano abierta para el control de la policía y las fuerzas armadas?
¿Está seguro que el norteamericano Noboa, seguirá al mando del país? ¿Alguien le ha contado al Emperador que ese chico sufre una inmensa repulsa popular? ¿Sabe él que, de contar con un proceso electoral limpio, Noboa deberá rendir muchas cuentas al país?
Lo cierto es que El Emperador tiene certezas de cumplir caprichos, metas, deseos o aspiraciones cuando cuenta con gobiernos dóciles a su mando. La suerte es totalmente distinta si enfrenta adversarios con valores, principios y suficiente poder para crear un mundo concebido de un modo distinto a los de Trump, y el “Estado Profundo”.




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