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¿Y si Estados Unidos quiere llevarse Galápagos?

  • Foto del escritor: José Villamarín Carrascal
    José Villamarín Carrascal
  • 16 ene
  • 3 Min. de lectura

No es una pregunta descabellada. De ninguna manera. Hoy mismo, la militarización del Archipiélago está en marcha, con la anuencia de Noboa. Y, dado el entreguismo del joven presidente ecuatoriano a los Estados Unidos y las necesidades geopolíticas de este país, no es impensable que se pueda llegar a una situación de esa magnitud.

 

Partamos de dos hechos importantes para validar la pregunta inicial: los antecedentes históricos y el nuevo mapa geopolítico mundial.

 

Históricamente, el interés de los Estados Unidos por Galápagos viene desde fines del siglo XIX, cuando empezaba a constituirse en una potencia mundial y necesitaba sitios estratégicos que le ayuden a consolidar su expansionismo.

 

En 1883, el Senado norteamericano declaró al Archipiélago como “tierra de nadie”, y envió a un comisionado con la tarea de “demostrar que Galápagos no pertenecen al Ecuador”. En 1910, ofreció al país 15 millones de dólares por 99 años de permanencia en Galápagos. Y en la primera guerra mundial, planteó una “tentadora” oferta para la venta o arrendamiento de las Islas. Ninguna de las propuestas prosperó.


En 1941, en plena segunda guerra mundial, Estados Unidos ocupó por primera vez Galápagos. Tras de la ocupación militar, firmó un convenio con el presidente de entonces, Carlos Alberto Arroyo del Río. El objetivo era el control del Canal de Panamá, que está a tan solo 500 millas de Galápagos. En 1945 terminó la guerra mundial, pero EEUU se quedó, a la fuerza, hasta 1948.

 

En los últimos años, no se hizo necesaria la fuerza militar. En el 2018 contó con el gobierno sumiso de Lenin Moreno, quien autorizó la operación de naves militares norteamericanas desde las Islas, bajo el pretexto del combate al narcotráfico y la pesca ilegal.

 

En el 2023, el entonces presidente Guillermo Lasso firmó un Acuerdo para la cooperación militar norteamericana, que otorga a los soldados de ese país privilegios diplomáticos que van desde la exención de impuestos, uso del espectro radioeléctrico -lo que podría dar lugar a interferencias telefónicas- e inmunidad diplomática, es decir, si cometen algún delito, no podrán ser juzgados en el país (lo cual ya sucedió en la época de la base de Manta, con el asesinato de dos ciudadanos ecuatorianos). Adicionalmente, y lo más grave, los soldados extranjeros pueden operar en cualquier parte del territorio nacional.

 

El actual presidente Noboa, nacido en Miami, Estados Unidos, ratificó ese Acuerdo y aprobó un instructivo que permite a ese país ingresar a las áreas no pobladas de Galápagos con buques, submarinos y tropas. ¿El pretexto? la ayuda en el combate a las organizaciones delincuenciales.


Pero la realidad es otra. Estados Unidos sufre de paranoia por la presencia de Rusia, Corea del Norte, Irán, que le están disputando su hegemonía mundial. Pero el rival que le quita el sueño es China, que tiene una ascendente presencia en la costa este de América Latina. En este contexto geopolítico, Galápagos se convierte en un enclave altamente estratégico para mantener el control de Centro y Sudamérica.

 

Este objetivo se consolida con el reciente acuerdo firmado entre Perú y el Comando Espacial de Estados Unidos para construir en ese país el puerto espacial mas grande de la región.

 

En el caso de Galápagos, el problema es de soberanía y de protección ambiental, es cierto. Pero va mucho más allá. Nadie es capaz de anticipar el riesgo que corre Ecuador al haberse involucrado en este complejo entretejido de seguridad y defensa de los Estados Unidos. Moreno, Lasso y Noboa tendrán que responder en su momento.

 

Los actuales afanes expansionistas de EEUU se confirman con los anuncios hechos por Trump, incluso antes de ser presidente: hacerse del Canal de Panamá, de Groenlandia y de Canadá. Ya recibió enérgicas negativas de los países afectados. ¿Y si plantea una “tentadora” oferta para Galápagos? Con Noboa en el poder, no quiero ni pensarlo.

 

Un recuerdo esperanzador: el gobierno pro-estadounidense de Arroyo del Río, que en 1941 permitió la entada de las tropas estadounidenses en el Archipiélago, fue derrocado poco después por un levantamiento popular. ¡Cuidado, que el pueblo solo está en un letargo!

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