LA CULPA ES DE LOS BUENOS
- Rodrigo Mancheno
- 14 ago 2024
- 2 Min. de lectura

Ecuador, este hermoso país de gente buena poblado por 18 millones de personas, es un compendio de paisajes bellos, biodiversidad y riqueza natural; gobernado por un reducido número de ciudadanos que constituyen la élite política nacional.
Cuando las condiciones económicas y sociales nos afectan de mala manera como en los actuales tiempos, es frecuente buscar culpables y lanzar dardos de todo calibre en contra de los políticos, aquel “grupo de privilegiados que juegan con nuestro destino y mantienen a las mayorías populares en la pobreza, mientras ellos y sus allegados gozan de buenos ingresos y abundancia”.
Cierto que la conducción política de un país es el mayor responsable de los éxitos o fracasos de la sociedad. En este auténtico ajedrez entran también en juegos sinnúmero de circunstancias tales como la visión de los mandatarios, las políticas públicas, la planificación nacional, las relaciones internacionales, los recursos naturales a disposición del país, la transparencia y honestidad con la que se maneja la cosa pública, la educación nacional, la salud, la seguridad ciudadana, el trabajo, etc.
¿Pero qué entendemos por política? En términos generales, no es otra cosa que un conjunto de actividades para la toma de decisiones u otras formas de relaciones de poder para la distribución de los recursos. Es el arte y la ciencia de gobernar un Estado promoviendo la participación ciudadana.
En democracia como la nuestra, si somos la gran mayoría de ciudadanos quienes elegimos a los mandatarios del que luego renegamos por las malas decisiones que nos perjudican, ¿acaso la responsabilidad ulterior no recae en nosotros mismos por la sencilla razón de no elegir a los mejores?
Con frecuencia ignoramos que la política no es patrimonio de unos pocos, sean estos mandatarios, partidos políticos, candidatos, dirigentes, líderes de opinión o cosa parecida. Ya desde tiempos remotos el griego Aristóteles hablaba del hombre político con capacidad de crear sociedades y organizarse para resolver los fines propios de su especie.
Así las cosas, la política es una actividad inherente al ser humano y a la sociedad en su conjunto. Hace política el ciudadano que calla, ignora o no le interesa cuanto sucede en su comunidad o en el país, dejando que otros, y menos calificados quizá, resuelvan los problemas o necesidades de la comunidad a su antojo. También hace política el que participa en la vida activa de su pueblo, escucha, confronta ideas o información, opina, escoge una bandera política, participa como candidato, propone con seriedad, protesta y exige rectificaciones, elige o participa en un acto de elección popular.
Y si los ciudadanos a la hora de consignar nuestro voto por las autoridades que nos representen lo hacemos sin el análisis previo y responsable de la tendencia ideológica o camino por el que se nos pretende llevar; nos apartamos de la capacidad y experiencia para gobernar del o los aspirantes a las distintas dignidades públicas; dejamos de lado el pasado y presente personal del o los candidatos; no analizamos el cómo, cuándo y por qué de las propuestas?
O finalmente, si acudimos a la urna electoral para consignar nuestro voto solamente para cumplir con la norma legal, no somos acaso responsables del gobierno que tenemos y la suerte que nos tocó vivir?
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